A la entrada de la cancha de Lanús, una gigantografía llama la atención: “Para pelear cosas grandes tenemos nuestra Fortaleza”. Es la mención al apodo de un estadio que, fiel a esa aura invencible, anoche se tomó una nueva víctima: Atlético jugó incómodo, como animal cercado por los cazadores, y perdió por triplicado. El partido, el invicto y la punta.
Acaso porque tanta felicidad junta no podía ser para siempre, la derrota 1-0 fue para Atlético como si se hubiera roto el encanto de sus tres victorias seguidas (e inolvidables) en el comienzo del torneo (sobre todo ante Racing y Boca) y de su invicto acumulado de 17 partidos. Una derrota que, es cierto, no duele demasiado (cualquiera habría firmado sumar nueve puntos en las tres primeras fechas), pero fue inobjetable, sobre todo por la diferencia de nivel en el primer tiempo.
Lanús, un equipo que parece comenzar a ser un gran equipo (y desde anoche único puntero), fue tan superior en esos 45 minutos que desde hacía rato no se veía a los muchachos de Juan Manuel Azconzábal quedar en las manos de un rival como si fuesen un juguete.
El gol, es cierto, fue extraño, confuso. José Sand aprovechó la indecisión de Nicolás Romat y pateó más la pierna del defensor que la pelota, pero fue en un contexto de amplia inferioridad de Atlético. No hubo, durante esos 45 minutos, registros de la solidez ni de la osadía de la hazaña en la Bombonera, ni en la defensa ni en el mediocampo. La excepción fue el arquero: Cristian Lucchetti se convirtió en la figura y sostuvo la esperanza.
Durante el primer tiempo, Atlético no jugó el partido: lo sufrió. Román Martínez y Nicolás Aguirre encontraban espacios entre Nery Leyes y Lucas Villalba de la misma manera que Sand y Lautaro Acosta se filtraban con facilidad entre Romat, Bruno Bianchi y Enrique Meza Brítez. A Bianchi lo perjudicó haber sido amonestado a los 12 minutos: desde entonces defendió como un trapecista sin red.
El Acosta de Lanús y Sand tuvieron el 2 a 0 en un par de oportunidades (y el primer tiempo podría haber terminado 3 a 0). Atlético tuvo un par de situaciones muy aisladas, como un remate desviado de su propio Acosta, Guillermo, pero esa inferioridad hasta permitió una ironía de un hincha de Lanús en el palco: la más clara fue un pase atrás de José Luis Gómez que Fernando Monetti tuvo que atajar con el pecho.
Pero como si en el primer tiempo Atlético hubiera sido el doctor Jekyll, en el segundo tiempo fue Mister Hyde. El equipo se adelantó 15 metros, tuvo mayor sincronización y aparecieron los de arriba, hasta entonces ausentes:
Leandro González y Luis Rodríguez, aún lejos de una gran noche, se sumaron al circuito de juego y abastecieron al mejor jugador de campo del “Decano”, Cristian Menéndez. Los ingresos de Rodrigo Aliendro y José Méndez acrecentaron la mejoría Monetti tuvo que revolcarse un par de veces. El empate pareció cerca, en especial en un remate de González, pero ya era tarde y, en todo caso, el “Decano” tuvo decenas de derrotas más dolorosas.